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Las palabras y el maíz

  Mi padre decía que los dioses nos habían regalado las palabras y el maíz… Mi madre, que la belleza puede ser dicha con palabras… y mi abuela, que el maíz es sol de la mañana, luz de la molienda. Así como no puede faltar el maíz, son tan necesarias las palabras como el apetito diario que incita al movimiento. Las palabras son luz como el maíz; insumo de la creación poética: ejercicio diario, necesidad íntima. Quizás por ello, la poesía todavía ronda y atraviesa la existencia del hombre… por aquí, por allá... en todo lugar y en todo momento, porque el lenguaje ofrece esa posibilidad; los signos, las palabras, trascienden el tiempo y la distancia. Quizás tan solo una absoluta carencia de sensibilidad impediría reconocerla en las percepciones cotidianas desde el primer atisbo de luz; en el entendimiento, en el devenir que nos integra. La poesía permanece a pesar de la dificultad de nombrar, de la contradicción, de la apatía, de la negación de lo sublime de la expresión artística… d...

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