División del Gran Santander (I)
La Columna del Domingo
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| General Rafael Reyes Prieto (1913). Biblioteca del Congreso de Estados Unidos |
Después
de mucho años, desde el gobierno nacional se retoma la propuesta de crear
nuevos departamentos, cuyas fronteras respondan mejor a los intereses económicos
y sociales de algunas regiones del país. Los más sonados son el departamento
Sur Caribe con capital Aguachica y Magdalena Medio (o del Río) con capital
Barrancabermeja.
Lo anterior de llegarse a concretar, significaría otra división del departamento de Santander, otrora gran región del nororiente colombiano. Según el abogado Sergio Rangel, el Gral. Rafael Reyes Prieto, presidente de la República entre 1904 y 1909, decidió dividir el ‘Gran Santander’ en 1905 porque “consideró que el poder económico y político de este gran territorio era la causa de las guerras civiles del siglo XIX”. El planteamiento tiene mucho de cierto, pues poco después se adjudicaron las concesiones de hidrocarburos en Tibú (hoy Norte de Santander) y Barrancabermeja.
El departamento Magdalena Medio le “quitaría” a Santander catorce municipios del suroccidente, lo que tendría gran impacto económico al estar en juego el acceso al río Magdalena y la explotación de petróleo. A pesar de que la iniciativa viene desde 1993, y que en 2008 se presentó sin éxito como proyecto al Congreso, el anuncio del presidente Gustavo Petro en agosto de 2022 no cayó muy bien en los gobernadores de los cinco departamentos involucrados en la segregación de estos territorios que bordean el afluente más importante del país, pues consideran que es mejor apostar a “articular y no a fragmentar”, como indicó Aníbal Gaviria, gobernador de Antioquia. Entonces, vuelve la pregunta histórica respecto a la decisión de fundar el Norte de Santander en 1910: ¿No hubiera sido mejor articular los centros de poder de Cúcuta y Bucaramanga, en lugar de separarlos?
“Como todos ustedes saben, aquí es más
fácil llegar a Barrancabermeja que a la capital del departamento”, expresó
el presidente Petro frente a una problemática evidente en varios
departamentos, y que supone la necesidad de replantear las actuales fronteras, que
implicaría la posible separación de municipios en nuevas entidades
territoriales, como en los tiempos del Gral. Reyes. Sin embargo, como lo
menciona Sergio Rangel, se está desconociendo lo expuesto en el Artículo 287
del Titulo XI de la Constitución Política de 1991, en el que reza qué es
permitido dar “carácter autónomo a las regiones y provincias”, lo que se
traduce en que pueden gozar de autonomía para la gestión de sus intereses y
recursos, contrarrestando así el “abandono” que sufre hoy el Magdalena Medio, sin que sea necesario crear un nuevo departamento, que representaría
para el Estado la inversión de recursos considerables para la conformación y sostenimiento
de las instituciones que garantizan el Estado social de derecho en los
territorios. Pero la solución a la problemática no es tan sencilla: por ejemplo, si no es posible reducir los tiempos de viaje desde los municipios y las capitales Medellín, Cartagena, Valledupar, Bucaramanga y
Tunja, por las precarias vías de comunicación; o si no es posible mejorar la accesibilidad a un hospital de tercer nivel, se deberá
reevaluar la tesis de Sergio Rangel, porque en Colombia aún persiste el
excesivo centralismo de las capitales que acentúa los grandes problemas de las
regiones, y la imposibilidad de integración completa con el Estado y sus autoridades
legítimas.
Pese
a las razones anteriores y a que en esta ocasión no sean los alcaldes o gobernadores los
que lideren la propuesta sino el propio presidente de la República (como en
1905), la dificultad radica en concertar con los poderes departamentales para viabilizar
la separación de sus municipios, sobre todo de aquellos que aportan regalías
como lo es Barrancabermeja para Santander, que considero sería el mas
afectado con la división. En este punto, aparecen otras voces que aseguran
que esta propuesta del presidente Petro responde más a un “castigo electoral”
para el centroriente del país por no apoyar la elección del actual gobierno de
izquierda, y que similar a las posibles razones de la escisión del Norte de Santander,
sea una forma de debilitar el actual poder económico del departamento.
La cuestión del trazado de las fronteras siempre será un tema complejo (que lo digan los países de medio Oriente o del África subsahariana) dada la polémica en el criterio para establecerlas. ¿Razones económicas? ¿Identidad regional? ¿Presencia de accidentes geográficos? En consecuencia, ¿los municipios santandereanos del Magdalena Medio* están de acuerdo con romper el arraigo cultural existente tras integrar un mismo departamento por tantos años? ¿Barrancabermeja, Puerto Wilches o Cimitarra, están dispuestos a adquirir una nueva identidad independientes?
La discusión está sobre la mesa y serán los políticos y líderes regionales los responsables de evaluar, entre otros, las consecuencias que en su momento trajo la separación de los cuarenta municipios de Norte de Santander, para concluir si una nueva división del departamento será o no un acierto para la dinámica de la región. De cualquier modo, cambien o no las fronteras, el trazado de estas no debe representar nunc un perjuicio para mantener el “Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”, como lo consigna el Artículo 1° de nuestra Constitución.
* Barrancabermeja, Betulia, Bolívar, Cimitarra, El Carmen de Chucurí, El Peñón, Landázuri, Puerto Parra, Puerto Wilches, San Vicente de Chucurí y Simacota, serían los municipios santandereanos que integrarían el Departamento Magdalena Medio.

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