Dos canciones, un solo latir…

La Columna del Domingo


La paz, un paréntesis que el hombre hace

cada vez que quiere por su propio gusto

atizar la guerra.

José Ropero Alsina


Quizás Breaking the silencie y Amensia, sean las dos canciones más escuchadas en la Casa en los últimos tres años. La estadística personal de Spotify para el 2021 corrobora en parte el indicio, pese a descubrimientos muy atractivos como las mornas cavoverdianas, el zouk antillano, los clásicos de la MPB* o los ritmos árabes (que siempre vuelven).

Para ambas canciones, el primer acercamiento fue sin duda la seducción auditiva implícita en las melodías como si fuera un efecto erótico, seguramente relacionado a la frecuencia de las vibracionesLa primera canción, escrita y compuesta por la cantautora canadiense Loreena McKennitt, mezcla un ritmo celta cargado de una nostálgia que trasciende el presente y nos sacude en una línea temporal a lo largo de los 6’23’’. El coro nos dice:

Oh my heart be strong

and guide when eyes grow dim.

When ears grow deaf with empty words

when I know there's life within.

 


Y termina:  “May the spirit never die/ though a troubled heart feels pain/ when the long winter is over/ it will blossom once again”.  Desde los 5’25’’ se revela la “parte más erótica” entre un lamento alargado en voz soprano, que acentúa lo sublime casi como si se estuviera detrás de un velo que todo lo ve entre sombras

La segunda canción, mucho más espirtual y dotada de espacios musicales de profunda intensidad, es compuesta por el dueto australiano Dead Can Dance (Brendan Perry & Lisa Gerrard). El coro nos canta:

Memories fall from the trees

Amnesia

Memories like autumn leaves (…)

Memory, help me see

Amnesia

Memory, set me free

 


Y termina: “All my love and all my kisses/ sweet Mnemosyne”. Así con un erotismo oscuro y místico que se acentúa desde los 5’03’’, se desenvuelve un éxtasis que se prolonga entre la voz barítono de Brendan y la sensación de estar perdido en reminesencias, nubes de silencio y flashbacks que nos cuestionan una y otra vez. Entonces, ¿qué tienen en común ambas canciones?

A parte del “erotismo” y de la profunda intensidad de los arreglos musicales, sus letras nos recuerdan que la memoria colectiva es la gran carencia humana. Hoy, la geopolítica del siglo XXI se abrió hacia un nuevo escenario tras la invasión rusa a territorio soberano de Ucrania, y por tanto la ausencia de memoria otra vez nos vuelve a controvertir como animales racionales que supuestamente somos, porque tras la caída del muro de Berlín, tras los tratados que limitaron el uso de armas nucleares, químicas y biológicas, se esperaban buenos tiempos y esperanzados en el que –por ejemplo– las diferencias políticas entre las naciones se pudieran resolver por la vía diplomática, sobretodo en Europa, víctima principal de la barbarie humana de dos grandes guerras. El mundo tenía que ser más humano después de reducir la carrera armamentística y pensar en la construcción de proyectos de integración regional como lo fue la Unión Europea, lejos ya de esos dos bloques ideológicos que nos ofrecieron solo dos opciones antágonicas para vivir.

Pero no, el mundo volvió  a olvidar el horror, y tras recuperarnos a medias de la pandemia del Covid-19, otra vez el temor de una confrontación nuclear nos devuelve a los días de la Guerra Fría que marcó la segunda mitad del siglo XX y justificó todo tipo de violaciones a los derechos humanos, y por tanto, puso en entredicho los principios democráticos de los estados. Estamos hoy ante una nueva guerra ideológica que aviva el odio y la redefinición de enemigos por todos lados; que nos polariza sin matices que valgan: o somos de un lado o somos del otro.

Es por esto que las dos melodías que nos acompañan en este texto tienen más vigencia que nunca. Breaking the silencie, que es un tributo a Amnistía Internacional, fue escrita en 1989 –año bisagra para esos cambios humanos que no terminaron de consolidarse–, nos menciona el conflicto racial en Sudáfrica, la violencia en Nicaragua y la represión en China. Amensia, por su parte nos  generaliza en pleno 2012 la cuestión del olvido colectivo y en sarcasmo ovaciona  a la “dulce Mnemósine”, personificación griega de la memoria, que en este caso es la gran derrotada con el regreso de la guerra. Es decir, a pesar de ser cantos de desesperanza, nos invitan a la reflexión ante una humanidad que ignora lo esencial para convivir en sociedad, y vuelve sin pudor a las sendas de la autodestrucción.

Hoy nos aterra ver como Putin añora recuperar la grandeza de la Unión Soviética como también lo quisieron casi ochenta años atrás Hitler con el Imperio Alemán y Mussolini con el Imperio Romano. Es preciso aclarar que no es que hubiera completa paz en el mundo antes de la invasión rusa a Urania; previo ya habían acontecido las guerras en los Balcanes y en el Cáucaso… la infame invasión a Irak y Afagnistán… y desde hace varios años, en Libia, Yemen y Siria, por ejemplo, se libran guerras civiles atizadas por Occidente pese a la destrucción de sus ciudades milenarias. Sí, ya había conflictos, pero estos no nos habían acercado tanto a la antesala de otra guerra mundial a gran escala.

El hombre siempre tiene excusas para hacer la guerra, y la soberbia de las potencias en la disputa de los mercados internacionales o en la consolidación de alianzas militares, nos devuelven a los tiempos sombríos donde cualquier excusa es válida para la carnicería. “Dichosos los que renuncian a la ambición y se atreven a hacer la paz”, diría el maestro Abel Manzur, y aunque pocos como Sudáfrica, Ruanda o Irlanda del Norte se atrevieron a semejante grandeza, su ejemplo de voluntad de paz no va solo para los rusos y ucranianos, sino para todos los colombianos, que pese a tantos intentos aún no logramos construir una paz duradera. Por tanto, los cantos de Loreena McKennitt y de Brendan Perry nos invitan a no olvidar, y a que así sea desde casa, desde la convivencia del hogar, contribuyamos a los caminos de paz que tanto nos hacen falta. Sólo así florecerá de nuevo… sólo así Mnemósime podrá ayudarnos a ver… ayudar a liberarnos.

 

* Música popular brasileña


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